lunes, 26 de octubre de 2009

Contra las patrias. (24)


También se juega a los pequeños imperialismos, se reivindica la anexión de territorios dudosos que se resisten a la nueva uniformización, etcétera. Pero, sobre todo, se corre el peligro de crear nuevos marginados, pues toda identidad furiosamente perfilada expulsa de sí a los diferentes o aun a los escépticos. Cada nacionalidad minoritaria que lucha por afirmarse tiene derecho dentro de sí a sus propias minorías, que lo son por avatares históricos tan lamentables y tan dignos como los que determinaron la opresión del colectivo en lucha. Propugnar una peculiaridad cultural y nacional desde la pluralidad siempre abierta (y en el fondo, profundamente cosmopolita) de las diferencias no oprime a nadie ni va más que contra los trasnochados imperialismos fascistoides. Por el contrario, clausurarse de nuevo en el "somos así contra ellos", es decir, nos definimos por el cierre frente a los enemigos, frente a los que no comparten nuestras claves y nuestros guiños (o sea, que no nos entienden), condena a dejar la incipiente comunidad en manos de los elementos más "prototípicos", que son los más esquemáticos, los más obcecados y también por lo general los más bribones.

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