sábado, 29 de diciembre de 2012
sábado, 10 de noviembre de 2012
Ensimismada, suspicaz, tribal
Esa Catalunya independiente con la que sueñan algunos resulta muy poco atractiva: ensimismada, suspicaz, tribal. Es una Catalunya en la que no me gustaría vivir. Mi condición de español no me entusiasma, pero es lo que me ha tocado, y en esa Catalunya, por mi condición de escritor en castellano, tendría que elegir entre ser uno de los últimos de Filipinas o especie protegida, algo así como el lince ibérico. No tengo vocación ni de una cosa ni de la otra.
IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN
IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN
martes, 6 de noviembre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
martes, 16 de octubre de 2012
Melancolía independentista
Le ha sucedido a Artur Mas en Cataluña. tantos años esperando el papel de prima donna para luego frustrarse como una corista. De hecho los proyectos nacionalistas y soberanistas navegan endogámica y sistemáticamente contra corriente. Primero les sorprendió la inercia de la Europa sin barreras. ahora lo ha hecho la dependencia inexcusable del dinero exterior, de forma que resulta inconcebible aspirar a la soberanía cuando el modelo es financieramente inviable y cuando el prosaísmo del cobrador del frac ha neutralizado a los rapsodas de la melancolía independentista.
La opinión de Rubén Amón en El Mundo.
La opinión de Rubén Amón en El Mundo.
lunes, 15 de octubre de 2012
Vulgata Nacionalista
"El delirio político" es endémico en mi tierra. Unos padecen la fiebre porcina y otros el separatismo. Es poner los pies aquí y, vengas de Iznájar o de donde vengas, acabarás recitando la Vulgata Nacionalista.
Citileaks, los españolistas de la plaza real. MARIA TERESA GIMÉNEZ BARBAT
Citileaks, los españolistas de la plaza real. MARIA TERESA GIMÉNEZ BARBAT
Emergencia de una facultad humana
Y Ana Nuño se dolía de la reacción de Ana Mª Moix. La escritora se tenía por antinacionalista pero temía nuestro posible "españolismo". Vaya hombre. Supongo que no le hubiera llamado eso a la cara a ninguno de los del grupo. Pero para algunas personas, el todo no era la suma de las partes sino un artefacto nuevo. Nadie era "españolista" a nivel particular pero el conjunto del grupo sí que lo era. Es el milagro de lo que los científicos llaman "emergencia" de una facultad nueva.
Citileaks, los españolistas de la plaza real. Mª TERESA GIMÉNEZ BARBAT
Citileaks, los españolistas de la plaza real. Mª TERESA GIMÉNEZ BARBAT
miércoles, 10 de octubre de 2012
Poco nacionalista
A las personas no nos gusta sentirnos demasiado distintos. Sólo lo justo para darnos un barniz personal. Solomon Asch describió hace muchos años su revelador "principio de conformidad" Que le etiqueten a uno de "poco nacionalista" es parecido a "ligeramente pedófilo". ¿Quién necesita un problema extra con los que ya acarrea la propia vida? Además defenderse de la superioridad moral del bueno es muy difícil. Hay que hablar, discutir... Encima, no te entienden. porque en realidad, si no es por un motivo interesado, es por un problema cultural. De tener cultura, quiero decir.
Citileaks. Mª TERESA GIMÉNEZ BARBAT
Citileaks. Mª TERESA GIMÉNEZ BARBAT
domingo, 7 de octubre de 2012
jueves, 4 de octubre de 2012
Auscultando nacionalismos
La opinión de Fernando Savater en El País.
A la colección ¡Vaya Timo! que dirige Javier Armentia y edita Laetoli solo se le puede reprochar su título, que es simpáticamente provocador pero también bastante chabacano. Y sobre todo de un reduccionismo engañoso, porque la parapsicología o la Sábana Santa son “timos” de una cualidad muy diferente y menos defendible que el psicoanálisis o la religión. También en la descalificación y el rechazo debe haber grados, so pena de que la crítica misma se convierta en “timo”. Por lo demás, se trata de una serie valiente y necesaria que no retrocede a la hora de meterse en aguas turbulentas, no solo turbias, y de plantear debates que comprometen rutinas mentales sacrosantas. Prueba de este amor al riesgo es su última publicación: El nacionalismo ¡vaya timo!, de Roberto Augusto. En España nadie que critique al nacionalismo sale indemne, siempre se gana zarpazos de alguna fiera corrupia de nuestro zoológico. Incluso quienes compartan sus objeciones a regañadientes podrán decir que padece “fobia antinacionalista”, que como toda fobia es cosa mala y morbosa, mientras que los denunciantes de los recortes gubernamentales o los abusos de los mercados no padecen ninguna fobia anticapitalista o similar, sino que son gente íntegra y comprometida. Caprichos de los timos, que son muy suyos. De modo que solo cabe elogiar la determinación de la editorial y del autor de este libro. Y probablemente está justificado que Augusto adopte un tono severo pero mesurado en su tratamiento de un problema que despierta encrespamientos tan viscerales como mal razonados. Sin embargo, en algunos aspectos se podría haber ido más al fondo del asunto sin necesidad de incurrir en intemperancias. Por ejemplo, en el tema de la lengua. El autor critica con buenos argumentos la reivindicación de una lengua "propia" o “nacional” allí donde precisamente se da el bilingüismo, pero no concede suficiente atención a la importancia política de una lengua común en un Estado culturalmente plural. Se echa a faltar en su bibliografía obras tan cruciales como El paraíso políglota o Lengua y patria de Juan Ramón Lodares (ambas editadas por Taurus). Y tampoco creo que analice suficientemente las consecuencias educativas de la inmersión lingüística, sobre todo en lo que supone de conculcación intimidatoria de un derecho ciudadano que no puede ser suspendido por la decisión de una comunidad autónoma. A mi juicio, decretar que son igualmente nacionalistas tanto los partidarios de que se pueda elegir la lengua vehicular educativa como los que imponen la inmersión en una convirtiendo a la otra en una especie de anomalía apenas disculpable… es una falacia insostenible. Un timo, para entendernos. Roberto Augusto dedica todo un capítulo de su libro a refutar el nacionalismo español de Gustavo Bueno, que no sé si es tan políticamente relevante en la España actual de los separatismos surtidos como para merecer tan preferente tratamiento. Encabeza esta crítica con una serie de ocho planteamientos que según él describen el nacionalismo español actual y en donde, junto a fórmulas evidentemente nacionalistas, hay denuncias razonables de abusos lingüísticos demostrados, desequilibrios en el sistema electoral o del peligro de redundancias burocráticas en las administraciones autonómicas. Estas últimas en concreto se han revelado muy preocupantes en el contexto de la crisis económica y de los dolorosos esfuerzos por salir de ella. Conviene leer un ensayo esclarecedor y documentalmente fundado del europarlamentario Francisco de Sosa Wagner y Mercedes Fuertes: El Estado sin territorio (Marcial Pons / Fundación Alfonso Martín Escudero). Resulta bastante más incontrovertible que algunos excesos del vehemente Gustavo Bueno… Concluye su libro Augusto en clave optimista (si no se es nacionalista, claro) dando por inevitable la decadencia del nacionalismo y aportando buenas razones que han de motivarla. Quisiera compartir del todo esta esperanza, pero guardo a pesar mío ciertas reservas, sobre todo en la zona ponzoñosa de la crisis económica —que propicia la búsqueda de salvavidas ventajistas y excluyentes— y muy en particular en el caso de España, cuya idea unitaria nacional parece definitivamente cedida a la derecha más beligerante… No puedo quitarme de la cabeza que la mayoría de los timos surgen de una combinación de afán de lucro y de vanagloria: o sea que los nacionalistas llevan buena baza.
A la colección ¡Vaya Timo! que dirige Javier Armentia y edita Laetoli solo se le puede reprochar su título, que es simpáticamente provocador pero también bastante chabacano. Y sobre todo de un reduccionismo engañoso, porque la parapsicología o la Sábana Santa son “timos” de una cualidad muy diferente y menos defendible que el psicoanálisis o la religión. También en la descalificación y el rechazo debe haber grados, so pena de que la crítica misma se convierta en “timo”. Por lo demás, se trata de una serie valiente y necesaria que no retrocede a la hora de meterse en aguas turbulentas, no solo turbias, y de plantear debates que comprometen rutinas mentales sacrosantas. Prueba de este amor al riesgo es su última publicación: El nacionalismo ¡vaya timo!, de Roberto Augusto. En España nadie que critique al nacionalismo sale indemne, siempre se gana zarpazos de alguna fiera corrupia de nuestro zoológico. Incluso quienes compartan sus objeciones a regañadientes podrán decir que padece “fobia antinacionalista”, que como toda fobia es cosa mala y morbosa, mientras que los denunciantes de los recortes gubernamentales o los abusos de los mercados no padecen ninguna fobia anticapitalista o similar, sino que son gente íntegra y comprometida. Caprichos de los timos, que son muy suyos. De modo que solo cabe elogiar la determinación de la editorial y del autor de este libro. Y probablemente está justificado que Augusto adopte un tono severo pero mesurado en su tratamiento de un problema que despierta encrespamientos tan viscerales como mal razonados. Sin embargo, en algunos aspectos se podría haber ido más al fondo del asunto sin necesidad de incurrir en intemperancias. Por ejemplo, en el tema de la lengua. El autor critica con buenos argumentos la reivindicación de una lengua "propia" o “nacional” allí donde precisamente se da el bilingüismo, pero no concede suficiente atención a la importancia política de una lengua común en un Estado culturalmente plural. Se echa a faltar en su bibliografía obras tan cruciales como El paraíso políglota o Lengua y patria de Juan Ramón Lodares (ambas editadas por Taurus). Y tampoco creo que analice suficientemente las consecuencias educativas de la inmersión lingüística, sobre todo en lo que supone de conculcación intimidatoria de un derecho ciudadano que no puede ser suspendido por la decisión de una comunidad autónoma. A mi juicio, decretar que son igualmente nacionalistas tanto los partidarios de que se pueda elegir la lengua vehicular educativa como los que imponen la inmersión en una convirtiendo a la otra en una especie de anomalía apenas disculpable… es una falacia insostenible. Un timo, para entendernos. Roberto Augusto dedica todo un capítulo de su libro a refutar el nacionalismo español de Gustavo Bueno, que no sé si es tan políticamente relevante en la España actual de los separatismos surtidos como para merecer tan preferente tratamiento. Encabeza esta crítica con una serie de ocho planteamientos que según él describen el nacionalismo español actual y en donde, junto a fórmulas evidentemente nacionalistas, hay denuncias razonables de abusos lingüísticos demostrados, desequilibrios en el sistema electoral o del peligro de redundancias burocráticas en las administraciones autonómicas. Estas últimas en concreto se han revelado muy preocupantes en el contexto de la crisis económica y de los dolorosos esfuerzos por salir de ella. Conviene leer un ensayo esclarecedor y documentalmente fundado del europarlamentario Francisco de Sosa Wagner y Mercedes Fuertes: El Estado sin territorio (Marcial Pons / Fundación Alfonso Martín Escudero). Resulta bastante más incontrovertible que algunos excesos del vehemente Gustavo Bueno… Concluye su libro Augusto en clave optimista (si no se es nacionalista, claro) dando por inevitable la decadencia del nacionalismo y aportando buenas razones que han de motivarla. Quisiera compartir del todo esta esperanza, pero guardo a pesar mío ciertas reservas, sobre todo en la zona ponzoñosa de la crisis económica —que propicia la búsqueda de salvavidas ventajistas y excluyentes— y muy en particular en el caso de España, cuya idea unitaria nacional parece definitivamente cedida a la derecha más beligerante… No puedo quitarme de la cabeza que la mayoría de los timos surgen de una combinación de afán de lucro y de vanagloria: o sea que los nacionalistas llevan buena baza.
domingo, 30 de septiembre de 2012
La ficción del nacionalismo
En Cataluña sólo una parte de la población piensa que somos una nación. Podríamos hablar de un 30%. Sin embargo, la clase política casi en pleno, los medios de comunicación y la abrumadora mayoría de los intelectuales se comportan como si esto fuera un acuerdo largamente establecido. Esas "élites" son las que han legitimado y apuntalado la ficción del nacionalismo en nuestra tierra.
Citileaks, los españolistas de la plaza real. MARIA TERESA GIMÉNEZ BARBAT
Citileaks, los españolistas de la plaza real. MARIA TERESA GIMÉNEZ BARBAT
viernes, 28 de septiembre de 2012
¿Queremos seguir siendo catalanistas?
"Mantendremos el euro por receta". Eso dijo el jueves el portavoz del Govern demostrando nuevamente la realidad catalana. Es, pues, urgente que se nos consulte si queremos seguir siendo catalanes, es decir, si queremos seguir pagando las cosas dos veces.
Arturo San Agustín en El Mundo.
Y añado. Al final la consulta popular no será sobre la independencia de Catalunya sobre España...será sobre la idoneidad de ser catalán y español o sólo español.
jueves, 27 de septiembre de 2012
Pie en pared
La opinión de Joaquín Leguina en su blog.
A propósito de los pujos separatistas de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) defendidos y aprobados en su congreso de Reus (conviene recordar que fue lugar de nacimiento de un connotado y brillante liberal español, el general Prim), leo en un editorial de El País (27-III-2012) que “Todo esto no se corresponde con la fuerza burguesa y previsible, tranquila y responsable que CDC ha sido hasta ahora”.
“¿Previsible, tranquila y responsable?” ¿Quién ha inventado esta fábula? Ese “tranquilo” y “responsable” tan solo es uno de los muchos disfraces de los nacionalistas catalanes. Concretamente aquel que se suelen poner cuando se suben al puente aéreo para volar hacia Madrid, pero si alguien se tomara la molestia de analizar las ideas primigenias, sus derivas y disparates y su historia, apenas encontraría nada nuevo en estas declaraciones de los líderes de CDC. Ahí están el mismo victimismo de siempre y la caricatura de una España –la de “las aguas sucias que nos invaden”, en palabras de Oriol Pujol- culpable de todos los males que sufre Cataluña. Vamos, que “somos los más listos, los más altos, los más guapos, los más trabajadores y no volamos como las águilas porque nos lo impide Madrid”.
Tampoco es nuevo el silencio elocuente y culpable de los dos grandes partidos y también del Gobierno ante los despropósitos –todos ellos anticonstitucionales- de los dirigentes del CDC, comenzando por el –por ahora- más joven de la saga Pujol (¿pretenderán estos Pujol emular a los Kim de Corea del Norte?).
De “delirantes” ha calificado estas propuestas nacionalistas la señora Sánchez Camacho, pero su partido, el PP, sigue apoyando a CDC en Barcelona y busca el apoyo de CDC en Madrid. Y ahí está una de las claves de tanto disparate: el papel de charnela política que juegan en Las Cortes los nacionalismos periféricos. Por no hablar del desaguisado zapateril impulsando el nuevo Estatuto, que sólo ha servido para exacerbar las querencias independentistas de estos pavos.
Hace ya mucho tiempo que sonó la hora de poner pie en pared y de recordarle al nacionalismo que la Constitución está ahí para cumplirla y que nunca la podrán echar abajo ellos solitos sin que se monte la gorda en aplicación del artículo 2 de la misma.
¿Cuándo querrá la UE terminar con esta plaga del nacionalismo, cuya última masacre se llamó Yugoslavia? Bastaría para ello con un simple acuerdo como éste: “Aquel que fuerce la ruptura de las fronteras actuales quedará fuera de la Unión”.
lunes, 24 de septiembre de 2012
jueves, 20 de septiembre de 2012
Gente de izquierda y nacionalistas
El cambio más llamativo operado desde los años de la República y manifestado en la Transición fue el de los partidos de izquierda. Es difícil salir incólume de una guerra civil y cuarenta años de dictadura: acontecimientos tan dramáticos marcan a fuego no solo a las personas, sino también a los grupos sociales. Hemos hablado de cómo la Iglesia tuvo que renunciar a su secular doctrina multilingüe de la predicación, así fuera temporalmente, y de cómo la burguesía catalanohablante se acomodó a las exigencias lingüísticas del régimen franquista. Al morir Franco, cobró carta de naturaleza una singular alianza que, si bien quizá tuviera sus orígenes en los años de la guerra, se fraguó sobre todo durante la dictadura y se consolidó durante la Transición: la de gentes de izquierda y nacionalistas, a quienes quizá por haber compartido reuniones clandestinas, persecuciones o cárcel les quedó hasta hoy un sentimiento de solidaridad mancomunada que ha trastocado numerosos valores.
Lenguas en guerra, IRENE LOZANO
martes, 18 de septiembre de 2012
El sujeto que se hace responsable
Una vez más hay que volver al sujeto constituyente. El poder no puede desaparecer sino cambiar de nuevo de titularidad. No es el monarca, no es la nación, no es el pueblo, el titular, sino el sujeto que se hace responsable de su azarosa presencia en el mundo, y que, superando la angustia de la precariedad, se lanza a una azarosa y valiente navegación.
La pasión del poder, JOSÉ ANTONIO MARINA
viernes, 14 de septiembre de 2012
jueves, 13 de septiembre de 2012
Coerción
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Hablas castellano, luego eres culpable
La opinión de Jesús Royo en La Voz Libre.
Pilar Rahola es una persona notable en muchos aspectos, inteligente, vivaracha y pertinaz. También tendrá sus defectos, porque toda persona que se precie debe tenerlos, pero no es muy elegante entrar en detalles, así que me callo. Pero entre sus cualidades hay una -no sé si virtud o defecto- especialmente grata para sus interlocutores, y es que suele decirlo todo claro y sin tapujos. Piensa mucho, pero habla y escribe más, y por lo tanto se le entiende todo a la primera. A finales de año expresaba en la tele, en coloquio con Cuní, que el catalán está en peligro, a pesar de todo el apoyo institucional de que goza. Cuní opinaba diferente, y Rahola le dedicó al tema su columna en 'La Vanguardia' del 29/12. Y dice: “El castellano que hoy se habla en Catalunya proviene de los ciudadanos foráneos que decidieron no hablar el catalán, y lo han consolidado a lo largo de los años. Con el añadido de décadas de dictadura que tampoco permitían ningún apoyo a una lengua prohibida y reducida a la intimidad. La suma ha dado un país de catalanohablantes durante ocho siglos y que en sólo un siglo tiene una lengua foránea consolidada y peligra la lengua propia. Si añadimos los inmigrantes venidos en poco tiempo, muchos de países de habla castellana y la mayoría socializados en castellano, la situación acaba de complicarse.”
Rahola parece ecuánime, como si relatara simplemente la realidad. Pero qué va. Rascando un poquito, enseguida se le ve el prejuicio en toda su crudeza, el prejuicio sociolingüístico que envenena toda la vida catalana. Rahola expresa el sentir de la población media catalanista . El bilingüismo de la Cataluña actual no es legítimo, sino algo anómalo, como una enfermedad. Durante ocho siglos Cataluña fue una sociedad sana y monolingüe, y solo desde hace cien años está siendo atacada por esa patología. Y el agente patógeno han sido “los ciudadanos foráneos que decidieron no hablar catalán”. O sea, lo que antes llamábamos charnegos, sin tantos remilgos. Fíjense que dice “decidieron no hablar catalán”, cuando la decisión debería ser al revés. Un charnego no tiene que decidir hablar en castellano, ya lo habla de nacimiento: lo que sí tiene que decidir es abandonarlo y adoptar el catalán. Pues eso: al decidir no hablar catalán se resistieron a algo noble, natural y bueno, con lo que se cargaron de culpa. Ellos son los gérmenes patógenos, primero por ser “foráneos” -ya sabemos que, para el instinto territorial, el forastero es peligroso por definición-, y segundo por no adoptar el catalán y olvidarse -y avergonzarse- del castellano, esa lengua foránea, luego culpable. Además deben cargar con el oprobio de la dictadura franquista, de la que, queriéndolo o no, objetivamente fueron colaboradores. Y por último está la emigración de latinos, árabes y rumanos, que vienen a continuar y rematar la faena de los “castellanos”. El mensaje oculto es: quien persiste hablando castellano, quien no se pasa al catalán, se sitúa entre los inmigrantes, en el último escalón social. O sea, resumiendo, los que hablamos castellano en Cataluña somos los responsables de la próxima muerte del catalán, primero por ser foráneos, segundo por no abandonar el castellano, tercero por hacerle la cama al dictador y cuarto por sumarnos a la inmigración depauperada. Uno echa en falta el mensaje sencillo y certero del profesor Badia Margarit: “si el catalán se muere no será porque los castellanohablantes hablen castellano, sino porque los catalanohablantes no hablen catalán.” Obvio.
Pero de paso, y como quien no quiere la cosa, la frase de Rahola da por buena la existencia de dos tipos de ciudadanos, formalmente iguales, pero moralmente no. Es otra vez la sociedad estamental, que tantas cosas explica en Cataluña: todos somos catalanes, pero unos son más catalanes que otros. Unos tienen una herencia milenaria y gloriosa, y los otros han venido a cargársela, lo que Rahola dice “complicar la situación”.
Practiquemos una vez más el juego perverso de la simetría. Imaginemos qué nos parecería si alguien definiera a los catalanes como “ciudadanos que decidieron no adoptar el español”, y que con su empeño han quebrado el hermoso proyecto de una España homogénea y fraterna. Imperial. Cuánta razón tiene Ucelay da Cal, cuando dice que el pensamiento falangista proviene del noucentisme catalán. L'imperialisme és la fase superior del nacionalisme: Prat de la Riba. Y Xènius. En fin...
jueves, 21 de junio de 2012
Identidad por reacción
Cuando Amin Maalouf habla de "identidades asesinas" o Amartya Sen estudia las relaciones entre "identidad y violencia", se están refiriendo a la utilización de los sentimientos de odio u hostilidad hacia "el otro", como medio de afirmar la identidad nacional, religiosa o grupal. Y, una vez constituida esa "identidad por reacción", resulta muy fácil manejarla políticamente.
La pasión del poder, JOSÉ ANTONIO MARINA
viernes, 27 de enero de 2012
Patxi el abertzale
Siempre va bien, para saber quién es quién, ver este video donde Patxi López propone acercar y reinsertar a los presos de ETA.
lunes, 16 de enero de 2012
Identidad por reacción
Cuando Amin Maalouf habla de "identidades asesinas" o Amartya Sen estudia las relaciones entre "identidad y violencia", se están refiriendo a la utilización de los sentimientos de odio u hostilidad hacia "el otro", como medio de afirmar la identidad nacional, religiosa o grupal. Y, una vez constituida esa "identidad por reacción", resulta muy fácil manejarla políticamente.
La pasión del poder, JOSÉ ANTONIO MARINA
jueves, 12 de enero de 2012
Nacionalismo pegajoso
Tribu alérgica a las verdades
Los nacionalistas y sus asociados han hecho luego grandes esfuerzos para tergiversar los hechos, aplaudiendo a quienes se niegan a moverse de sus prejuicios favorables al terrorismo y acusando en cambio de inmovilismo a quienes dieron pasos para romper con ETA arriesgando su vida, pero así van las cosas en esa tribu alérgica a las verdades más evidentes.
Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN
martes, 10 de enero de 2012
Paz Vs Odio
Tanto los nacionalistas como la Iglesia, parte de la izquierda y algunos pacifistas han comparado la situación vasca con la del Ulster, sobre todo para recomendar una estrategia de negociación pacificadora semejante a la impuesta allí por los gobiernos de Irlanda y del Reino Unido. Pero los partidarios de sentar paralelismos y lineas convergentes entre los casos vasco y norirlandés a menudo dejan de lado una de las diferencias más cruciales: que las víctimas de ETA nunca han promovido una respuesta violenta contra la comunidad nacionalista.
Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRRIARÁN
jueves, 5 de enero de 2012
Piélago nacionalista
miércoles, 4 de enero de 2012
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