Esa Catalunya independiente con la que sueñan algunos resulta muy poco atractiva: ensimismada, suspicaz, tribal. Es una Catalunya en la que no me gustaría vivir. Mi condición de español no me entusiasma, pero es lo que me ha tocado, y en esa Catalunya, por mi condición de escritor en castellano, tendría que elegir entre ser uno de los últimos de Filipinas o especie protegida, algo así como el lince ibérico. No tengo vocación ni de una cosa ni de la otra.
IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN
sábado, 10 de noviembre de 2012
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