martes, 10 de diciembre de 2013

Enfurruñados en sus propios peñascos

Nadie puede suponer que no es más beneficioso para un bretón o un vasco de la Navarra francesa ser... miembro de la nacionalidad francesa, participando en igualdad de condiciones de todos los privilegios de la ciudadanía francesa... que estar enfurruñado en sus propios peñascos, reliquia semisalvaje de tiempos pasados, dando vueltas en su propia y pequeña órbita mental, sin participación ni interés en el movimiento general del mundo. El mismo comentario es aplicable al galés o un escocés de las Highlands como miembros de la nación británica.
                                                                                                                                                                          JOHN STUART MILL

El término España

Se podrá argumentar que el nacionalismo español actual hace lo mismo, aunque yo me pregunto. "¿Qué nacionalismo?". Lo que se entiende por nacionalismo español es algo residual desde la muerte del dictador. El hartazgo de este asunto bajo el encubrimiento de la España teterna es una de las pocas cosas positivas que podemos agradecer al franquismo. Los que reivindican formas parecidas a los nacionalismos periféricos en versión española son vistos ahora como unos ultras descerebrados. En cualquier lugar de España alguien que coloca una bandera nacional pegada a la carrocería de su coche es considerado un facha. El himno sigue sin tener letra, y si mañana el territorio se queda sin alguna de sus provincias porque esta se ha largado por su cuenta y riesgo, nadie moverá un dedo. Los dos grandes partidos se desviven por complacer a las distintas autonomías y no encender las iras de los independentistas, al mismo tiempo que evitan en lo posible utilizar con insistencia el término España para no parecer nacionalistas españoles.


Diarios de un francotirador, ALBERT BOADELLA

lunes, 25 de noviembre de 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

Unir Vs dividir

Si nuestra doctrina debiera resumirse en forma de proposición, quizá diríamos que, en general, el principio de nacionalidades es legítimo cuando tiende a unir, en un conjunto compacto, grupos de población dispersos, e ilegítimo cuando tiende a dividir un estado.



Maurice Block en Lalor, Cyclopedia of policial science.

jueves, 14 de marzo de 2013

La auténtica patria


                                                                                                                                                                                 
"La auténtica patria del escritor no es la lengua sino el lenguaje" JUAN MARSÉ

miércoles, 6 de marzo de 2013

Mentecatista

Ahora escucho en una tertulia radiofónica a un opinador estableciendo que el partido Ciutadans es españolista, mientras que UPyD es en cambio ultraespañolista. No me atrevo a decir, Dios me libre, que dicho ente parlante sea un mentecato: pero que al menos es bastante mentecatista, seguro que sí.


Fernando Savater en el País.

martes, 29 de enero de 2013

Una misma voz en toda España

Editorial de UPyD.

                                                                                                                                         "Unión Progreso y Democracia nació desde Euskadi para ser un partido nacional que se presenta en toda España sin franquicia, sin cambiar las siglas y sin aceptar excepcionales". Con esta frase, Rosa Díez ha explicado por qué el partido del que ella es portavoz no puede contemplar alianzas, coaliciones o cualquier tipo de asociación con otras fuerzas políticas. Díez ha puesto el ejemplo de lo sucedido al PSOE con el PSC o al PP con UPN. Los partidos otrora nacionales han desaparecido de Cataluña y Navarra respectivamente. Es más, populares y socialistas se han ido desfigurando como partidos españoles para convertirse en sendas coaliciones de intereses regionales, en las que las decisiones no se toman pensando en el interés general, sino tras alcanzar un pacto entre las diferentes baronías o tras la victoria de una de ellas sobre el resto. Así se explican, en buena medida, los males de España. UPyD puede compartir ideas y valores con todos los partidos, salvo con las franquicias políticas del terrorismo. Y dentro de su modelo de democracia entiende el acuerdo y el pacto entre formaciones legítimas como métodos imprescindibles para impulsar reformas importantes y garantizar la gobernabilidad. Así lo ha demostrado en Asturias tras el acuerdo firmado con el PSOE, o en Alcalá de Henares (a pesar de que el PP parezca dispuesto a dinamitar su acuerdo con el partido magenta). Así lo ha demostrado llegando a acuerdos con el PP para fomentar la custodia compartida, o con el Gobierno el fin de los privilegios penales de partidos y sindicatos, o con todos los grupos para reclamar una estrategia contra los suicidios. Pero para que el diálogo sea efectivo y sus resultados justos, las partes deben ser honestas y transparentes, y deben recogerse todos los puntos de vista. En España ha habido posiciones que han dejado de estar presentes en el debate político. Son las que UPyD ha retomado y ha logrado poner sobre la mesa. Lo ha podido hacer porque es un partido independiente, sin cadáveres en los armarios ni hipotecas por pagar. Además, puede defender sus ideas en toda España, y explicar a los ciudadanos que el que vota a UPyD en Gerona y el que lo vota en Huelva están votando lo mismo. Y esto, en España, es un caso único. Para que no se excluya del debate público - ni hoy ni en el futuro - ningún asunto que afecte al interés general, es imprescindible un partido inequívocamente nacional. Sin esta presencia, el debate, los acuerdos y los pactos que configuren la España del futuro estarán sesgados. Bien porque se hayan excluido cuestiones clave o bien porque no se hayan escuchado todas las voces. Cuando UPyD presentó la querella contra Bankia - sirva esta experiencia como ejemplo -, algunos, al no encontrar otro argumento, le acusaron de actuar por electoralismo. Ahora, al quedarse lejos de obtener representación en Cataluña, los mismos critican que se haya negado a pactar con otras formaciones. UPyD, como todos los partidos, quiere votos. Pero no los quiere para que sus líderes salgan en portada, ni para colocar afiliados en chiringuitos públicos, ni para mantener el statu quo. Los quiere para cumplir su programa y su Manifiesto Fundacional. Los quiere para llevar a cabo las reformas que España necesita. Y para lograr su objetivo no puede renunciar a sus principios ni arriesgar su integridad como partido. Tiene que asegurarse de que siempre podrá decir lo mismo en todos los lugares de España.