Una reflexión del periodista y escritor Joan Barril.
Junto al río Kavango, un grupo de hombres y mujeres cantan junto al fuego. Les miro y doy palmas con su ritmo. Interpretarán el himno de su país y me invitan a ponerme en pie. Con la mano en el corazón, dicen cosas incomprensibles. Me siento extraño. Aflora un respeto que nunca he tenido para mi propio himno. No hay aplausos. Era un canto a la tierra. Somos, luego cantamos.
lunes, 9 de febrero de 2009
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