martes, 30 de septiembre de 2008

Iñaki Ezquerra.

Discurso del Presidente del Foro de Ermua, el pasado domingo en laPlaza Sant Jaume.

Amigos:

Es para mí un verdadero honor participar en esta manifestación convocada por Ciudadanos y a la que se ha sumado el Partido Popular respondiendo a la consigna de unidad con la que nació el Movimiento Cívico aquí, en Cataluña, y en el País Vasco. Y es para mí una alegría encontrarme con los amigos de siempre de esa lucha cívica por las libertades, con Albert Rivera, con Isabel Calero de Ciudadanos para la Libertad, con Marita Rodríguez y Elvira Fuentes de la Asociación por la Tolerancia… y con tantos otros.
Vengo de un lugar donde el Lehendakari que tenemos necesitó que le hicieran Lehendakari para aprender la “lengua materna”. Euskadi es un lugar muy raro donde la lengua materna la aprendemos con cuarenta años. Un lugar donde ese Lehendakari es tan coherente con la ideología y con el tipo de “buen vasco” que defiende que no habría aprendido nunca euskera si no le hubieran dado el poder.
Vengo de una Euskadi donde a su vez el padre del Lehendakari, vasco de Llodio y de presunta pura cepa, necesitó ponerse unos auriculares debajo de la boina para escuchar a su hijo, un 30 de diciembre de 2004, la exposición de su Plan de Libre Estado Asociado en el mal euskera que había tenido que aprender porque le habían hecho Lehendakari.
La imagen de aquellos cables descendiendo de la txapela del anciano en un banco del hemiciclo alavés explicita perfectamente la farsa de una supuesta “ciudadanía” que ha tenido treinta años de libertad para aprender esa lengua y a la que habría que considerar un tanto dura de mollera si damos por hecho que su interés por ese aprendizaje es sincero y no una simple pose marcada por la propaganda y el terror. Si, según datos del propio Gobierno Vasco, esa sociedad sigue anclada en el 11% de uso social del euskera después de tres décadas de gastar 20.000 millones de pesetas al año y de tanta pasión por esa lengua, habrá que deducir que los vascos tenemos un tipo de mente “refractaria a cualquier conocimiento intelectual”. Yo me niego a pensar eso y por eso llamo “imposturas” a esas políticas lingüísticas de los últimos treinta años.
El caso catalán es diferente del vasco. Aquí la inmersión lingüística ha sido más eficaz, más verosímil, pero el propósito de negar la docencia de la lengua común, a las jóvenes generaciones es el mismo: Quitarles un arma fundamental de cultura y promover una sociedad de la desigualdad y del privilegio, una España donde crece y se ampara la enseñanza privada, donde no se ha realizado el modelo de una escuela igualitaria, donde los hijos de las clases más desfavorecidas están condenados a la ignorancia, a la limitación impuesta de sus potencialidades culturales o profesionales y a la radicalización ideológica de la escuela pública mientras que los hijos de los dirigentes acceden a una enseñanza de calidad acorde con sus altas aspiraciones en la vida (el famoso caso del colegio alemán de Montilla). A la defensa de este planteamiento le llaman ser de izquierdas.
Se llamaba Herodes un tipo que asesinó a los niños de su reino ante el temor de que uno de ellos pudiera arrabetarle un día el trono. Ibarretxe y Montilla son lo que podemos llamar “Herodes pedagógicos”. Tratan de decapitar intelectualmente a las nuevas generaciones quitándoles el castellano, quitándoles el dominio perfecto de la lengua común, quitándoles las posibilidades de desarrollarse culturalmente para que no haya entre ellos quienes un día puedan relevarles en el poder y traer la libertad al País Vasco y a Cataluña. Yo felicito a Ciudadanos por esta iniciativa de hoy porque es un paso en el camino hacia esa libertad en esta tierra y en la mía.
Iñaki Ezkerra

lunes, 29 de septiembre de 2008

sábado, 27 de septiembre de 2008

¿Concierto para todos?

Un artículo de Patxo Unzueta en El País.

La reciente sentencia del Tribunal de la UE, con sede en Luxemburgo, que avala la potestad de las diputaciones vascas para establecer tipos menores a los vigentes en el resto de España en determinados tributos contiene una llamativa advertencia. Le dice al Tribunal Superior del País Vasco que deberá vigilar para que no exista una compensación por parte del Estado central de la menor recaudación que resulte de esa rebaja fiscal.
El sistema de Concierto consiste básicamente en que las instituciones vascas recaudan todos los impuestos y pagan una cantidad global, el cupo, como aportación a los gastos generales del Estado. Lo llamativo de la sentencia es que fija el foco no sobre la autonomía recaudatoria sino sobre ese cupo. La Comisión Europea había insinuado que tal vez las negociaciones entre el Gobierno central y las autoridades vascas para fijar tal cantidad estuvieran sirviendo para compensar bajo cuerda esa menor recaudación.
Aunque no hay indicios de que tal cosa ocurra, la sentencia ordena al Tribunal Superior "verificar si, debido a la metodología adoptada y a los datos económicos tomados en consideración (...), el cálculo del cupo puede tener como efecto que el Estado español compense las consecuencias" de esa rebaja. "Pueda tener como efecto": o sea, que aunque no se negocie expresamente como compensación, ése sea el resultado.
Desde hace años se viene considerando que el porcentaje (6,24%) del gasto estatal que corresponde pagar a Euskadi está infravalorado. Ese coeficiente, que refleja el peso de la economía vasca en el PIB español en 1981, no se ha modificado desde entonces. Sus defensores sostienen que ello demuestra que no hay ajustes compensatorios encubiertos.
Sin embargo, el problema no es el porcentaje, sino la base sobre la que se aplica. Ya a fines de los años noventa, José Victor Sevilla, que fue secretario de Estado de Hacienda con Felipe González, demostró que esa base no tomaba en cuenta la totalidad del gasto asociado a las competencias del Estado; no incluía, en particular, "cantidad alguna para financiar la política de equidad territorial del Estado", que es una competencia que la Constitución atribuye al Gobierno central (Art. 158). Se excluye, escribía Sevilla en febrero de 2004, "el gasto correspondiente a lo que en la teoría del federalismo fiscal se conoce como transferencias de nivelación, que son recursos que la Hacienda central pone en manos de las regiones con menor capacidad tributaria para que todas puedan ofrecer a sus ciudadanos un determinado nivel de servicios públicos".
Según los cálculos de J. M. Ruiz Soroa, (El Correo, 19-7-08), en base a las balanzas fiscales publicadas por el Gobierno, esa falta de contribución a la solidaridad garantiza a Euskadi una sobrefinanciación equivalente al 4% del PIB vasco. Una magnitud considerable si recordamos que el promedio de fondos transferidos anualmente por la UE a España desde 1986 ha venido siendo equivalente al 0,9% del PIB español. La conclusión de Soroa es que esa cantidad que se ahorran las instituciones vascas es una transferencia financiera del resto de las comunidades a Euskadi. Y que ese factor explica que la capacidad de gasto por persona sea en Euskadi hasta un 60% superior a la media, lo que le permite afrontar la pérdida de recaudación en el impuesto de sociedades sin modificar otros tributos.
No hay, por tanto, compensación directa, pero el sistema de cálculo del cupo puede tener el mismo efecto, como insinúa Luxemburgo al encargar al tribunal vasco que lo verifique.
Es cierto que, al responsabilizarse de la recaudación de todos los impuestos en lo peor de la crisis económica, en 1981, los negociadores del Concierto asumieron un riesgo que por ejemplo no quisieron los catalanes. Pero era un riesgo con red, dado el ventajoso sistema de cupo establecido.
Esto podría incidir en el debate sobre financiación autonómica, dada la insistencia del catalanismo en obtener "un sistema de financiación similar al Concierto" (Artur Mas) o la "equiparación de los ingresos per cápita a los de las comunidades forales" (Maragall). Sin embargo, esa equiparación no podría venir de la generalización de la exención vasca y navarra, pues dejaría al Estado sin fondos propios para asumir sus responsabilidades redistributivas. Y extenderlo sólo a Cataluña acentuaría el problema del agravio comparativo: una encuesta publicada esta semana (La Vanguardia, 22-9-08) registra que el porcentaje de españoles que consideran que el actual sistema de financiación beneficia a Cataluña dobla el de los que piensan lo contrario. Pero el 72% de los catalanes cree que les perjudica, mientras que una mayoría de ellos piensa que a quien beneficia es a Andalucía y Extremadura.
Hace años que se sabe que la única posibilidad de equiparación sería modificar a la baja, paulatinamente, los efectos económicos del Concierto vasco; no el Concierto, que está constitucionalizado y es una forma legítima de autogobierno fiscal, sino el sistema de cálculo del cupo. Pero si alguien se atreviera a plantearlo tendría que enfrentarse a la unanimidad que crea todo interés compartido, incluso por encima de las ideologías, y a la muy arraigada creencia vasca de que la costumbre crea derecho, incluso por encima de la ley.

viernes, 26 de septiembre de 2008

domingo, 21 de septiembre de 2008

¡Desde cuando un español...!

Grandiosa canción de Académica Palanca.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Mi hija rehuía hablar en castellano. Le daba vergüenza.

El caso de Montse Rojas explicado en El Mundo.

La política lingüística en casa de Montserrat Rojas, en Sant Andreu de Llavaneres, a 35 kilómetros de Barcelona, disponía de sus particulares reglas. Ella y su compañero hablaban a su hija en catalán desde que nació, hace cinco años, aunque la pareja, entre sí, se comunicaba en castellano. Todo funcionaba a la perfección hasta que llegaron los abuelos paternos, procedentes de Córdoba. No se entendían con su nieta. Entonces fueron conscientes de que tenían un problema -el de la incomunicación- y de que se avecinaba otro mayor: doblegar la política lingüística de la Generalitat de Cataluña para que la niña catalanohablante pudiera aprender el otro idioma oficial de su comunidad y entender a sus abuelos. Todo un reto para la normativa nacionalista, que impone en las escuelas el catalán como único y exclusivo idioma propio.

«Nada más nacer nuestra hija teníamos el propósito de que mi compañero se dirigiera a ella en castellano. Pero comenzó a ir a la guardería y allí sólo se hablaba en catalán. Estuvo dos años. A consecuencia de ello, la niña le pedía a su padre que le hablara en catalán. Lo consideraba como lo normal. Rehuía hablarle en castellano, le daba vergüenza».

Hasta entonces, Montserrat y su compañero habían previsto escolarizarla en catalán «porque dábamos por supuesto que la niña sabría castellano por su padre. Como no fue así, decidimos escolarizarla en español».

Tras la incomunicación con los abuelos, Montserrat y su compañero explicaron a su hija «que hablar español no debía darle vergüenza. El papá volvería a hablarle y a comprarle libros en este idioma, porque también era su lengua. Con suavidad, le dijimos que había que respetar el español, que era igualmente idioma de nuestro país. Ella siempre se refería a su país como Cataluña. Le explicamos que no, que su país era España. No era sólo un problema de lengua, sino que tuvimos que desintoxicarla del adoctrinamiento».

Para Rojas, el conflicto que surgió en su hogar nace «de que la escuela en Cataluña no es bilingüe. Si lo fuera, la niña vería que los dos idiomas son normales». El mismo problema lo viven otras muchas familias en su comunidad. «El hermano de mi marido y mi cuñada proceden de Andalucía, pero nunca habían sufrido la imposición lingüística. En su trabajo no tenían que hablar catalán. Pero al tener una hija y dejarla en la guardería todo el día, cuando llegaban a casa sólo hablaba en catalán y, claro, ellos no la entendían».

La propia Montserrat Rojas, que se crió en una familia catalanohablante, defiende que la solución sería que la escuela en Cataluña fuera bilingüe «con la mitad de asignaturas en catalán y la otra en castellano. Creo que no perjudicaría a nadie, ni siquiera a esos nacionalistas que dicen que el catalán se puede perder».

Ante la imposibilidad de escoger la lengua de enseñanza para su hija, a finales del curso pasado, Montserrat y su compañero se enfrentaron a un reto: solicitar el español para su hija en el colegio público en el que está escolarizada. «La directora nos puso una cara muy rara y nos dijo que no nos preocupáramos, que iba a tener dos horas de castellano. Le pregunté por la tercera hora y me contestó que, en caso de darse, sería la de informática. Me pareció fatal, ¿qué castellano iba a aprender en informática? Le dije que no, que quería que le dieran todo el curso en castellano».

La directora sugirió a Montserrat que llamara al inspector de la zona, que en esas fechas estaba de baja médica. «Me atendió una chica para disuadirme de lo que le pedía. Le dije que conocía mis derechos, que sí se podía hacer. Entonces retrocedió y afirmó que ya me contestarían».

Al cabo de unos días, Montserrat recibió la llamada de la directora del colegio para decirle que le habían concedido que su hija estudiara en castellano. Ayer, dos días antes del comienzo del curso, le informaron de que se ajustarían a la atención personalizada. «Sé que no va a servir de mucho. No hay libros en castellano, así que obligatoriamente tendrá que estudiar con los que están en catalán. Sé que le hablarán en castellano en algún momento. Estoy contenta, porque así no sólo se beneficiará mi hija, sino otros niños en la clase».

Ahora, Montserrat teme que en la nueva Ley de Enseñanza, que la Generalitat está ultimando, «este resquicio legal de que un profesor pueda hablar en castellano en algún momento de la clase a mi hija o a quien lo solicite, pueda desaparecer».

Esta excepción, tras una sentencia judicial, está contemplada sólo para los alumnos de 1º y 2º de Primaria cuyos padres lo soliciten por escrito en el momento de la matriculación en el centro.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

martes, 16 de septiembre de 2008

Los ex fumadores son menos nacionalistas.

Jorge M. Reverte es el autor de "Gudari Gálvez", una novela protagonizada por el periodista Gálvez. En una de sus páginas encontramos lo siguiente:

Había más razones que ésa, desde luego. Por ejemplo, la de que no se puede dejar de fumar y dedicarse a la autoinvestigación al mismo tiempo. Hay quien subestima eso, pero todos los drogadictos lo sabemos. los ex fumadores hablan siempre de su relación con el tabaco, como los ex alcohólicos. La condición de ex acaba ocupando en esos casos casi todo el espacio disponible del ego más acentuado. Por eso, los ex fumadores son menos patriotas, menos nacionalistas que las personas que no han fumado nunca, porque su identidad está muy afirmada por la antigua presencia de nicotina. Los ex fumadores no necesitamos encontrar un territorio mítico ni una costumbre ancestral para sentirnos reconfortados con la placidez de una certeza. Nos la da el tabaco, su ausencia, como la que le daba a Peter la de su falso padre.

Los Ángeles sin brillo.

Una columna de Ramón de España publicada en El Periódico de Catalunya.



El pasado martes dio comienzo en Estados Unidos la séptima y última temporada de The shield, ese fresco monumental del Los Ángeles contemporáneo, protagonizado por un escuadrón de policías corruptos, que la teva emite de cualquier manera --El 33, horario absurdo y a nombre de su personaje protagonista, el siniestro y a veces angelical Vic Mackey--, no sea que lo vaya a ver alguien y llegue a la conclusión de que es tan bueno, o más, que esas series de HBO --Los Soprano, The wire-- que tantos parabienes han cosechado entre los más sagaces de mis colegas.
Me acabo de tragar la sexta temporada --cortesía de Amazon.com-- y les puedo decir que han sido unos días magníficos. Mientras ahí afuera reinaban el patriotismo, los problemas de financiación, la enésima catástrofe del Barça, las necesarias embajadas de la Generalitat en el extranjero (igual quedan más parientes de Carod Rovira por colocar), aquí dentro --o sea, en mi saloncito-- se sucedían los episodios de un violento dramón de tintes shakespearianos que, llámenme marginal, o majareta, o lo que se les antoje, me resultaban más interesantes, cercanos, estimulantes y humanos que los discursos de Montilla, las inanidades de Zapatero, las jeremiadas de Joel Joan o el autobombo de los figurones de TV-3 en su 25° aniversario. Estoy llegando a la conclusión de que hoy día, en Barcelona, el mayor escapismo es la realidad.
Sobre The shield puede decirse lo mismo que se ha dicho acerca de The wire o Los Soprano, así que, ¿para qué insistir en la eficacia de la televisión a la hora de abordar las grandes historias o en que el talento que rebosa de la pequeña pantalla norteamericana se echa de menos en la grande? Prefiero urgirles a que se hagan con las cinco temporadas de la serie ya editadas en nuestro país y que se sumerjan en el universo que les propone Shawn Ryan, el padre de la criatura, un universo incómodo pero cargado de vida en el que, por el mismo precio y a diferencia de, por ejemplo, El cor de la ciutat, se retrata con la precisión de un Balzac o un Galdós una ciudad, los mecanismos que la rigen y su complejo entramado de razas, costumbres, estamentos sociales y humanas vicisitudes.
Una ciudad que, efectivamente, no es la nuestra, pero que The shield nos hace más cercana que la que nos vio nacer: esa bonita postal en la que no se aprecian la suciedad, el hedor, el mal y la estupidez, como bien sabe Woody Allen.

lunes, 15 de septiembre de 2008

domingo, 14 de septiembre de 2008

sábado, 13 de septiembre de 2008

Hay que saber ganar.

Siempre se dice que hay que saber perder, pero ganar tampoco es fácil. Hay que respetar al vencido, de todos modos disculpemos a nuestros campeones...No todos los días ganas la Eurocopa y menos frente a Alemania.

Pau Gasol: catalán y español.

Trapos.

Una canción de: EL sobrino del diablo.

Todos nacemos NO nacionalistas...

Todos nacemos NO nacionalistas. Un recien nacido es la felicidad absoluta...Después viene el bobo de turno y la jode.